jueves, 27 de febrero de 2014

esta noche qué es mejor

esta noche, qué es mejor,
avanzar dentro del río suave verde y frío
con piedras en la garganta
como Virginia---
será mejor hundir la cabeza en la cocina
y ahogarme inflamarme con gas
los pulmones como Sylvia---
talvés mejor dormir vestido de blanco
en una casa abierta como prado
como Emily---
no lo sé, en un momento, puedo pasar
por la estrecha puerta de la morfina
y desaparecer con el rostro deformado
y las manos hermosas
como Cristina---
o esta noche, podría caer al suelo
y despedirme de mí mismo con un beso dulce
sola en una cama de hospital
como Norma---
no sé qué es mejor esta noche,
todas ellas ya están muertas
y ya no soy el niño enamorado del suicidio
ni de la sangre en el escenario,
estoy viejo
y espero la muerte en platea
y lloro cuando Virginia entra en un río de papel
y se hunde con piedras de papel
teátricamente ---como yo.-

así es que

del mismo modo que comía la boca
que siempre me negabas,
del mismo modo que mis brazos no alcanzaban
para el mundo en tus espaldas,
del mismo modo que tus piernas
me apresaban en las noches dormidas y violentas,
así es que ---no tengo nada que decirte---

porque mis palabras ahora son piel oscura
extendida sobre mi cabeza
---como alas---
y no pasan de la garganta
como garras que se despedazan
vanamente en herirme

esa es la herencia de tus maldiciones:
el demonio que me vela
---noche y día---
que no me desampara ---noche y día---
dulce compañía
que me aparta de ti
con la afasia de niños violados

así es que ---no tengo nada que decirte---
porque nos negaste
el paraíso del perdón
el paraíso de las espadas que cercan el edén
la boda
que las niñas llaman reconciliación
eso que es para novios
y no para leprosos
que es para familias sagradas
y madres que amamantan

no para ti, que me odias
no para mi, que te odio.-

lunes, 10 de febrero de 2014

museo

Los tres tienen rostro de madera policromada.
Los tres tienen ojos vacíos de vidrio.
Están ricamente vestidos
como príncipes
en tierra de indios.
Los tres están serenos como la Trinidad
compuesta por Cristos.
Tres hombres. Tres machos.
Padre, Hijo y Espíritu Santo.
Están junto a mi cama.
Sin piedad.
Sin pena.
Con labios como rosas del Nuevo Mundo.

Los miro a través de la fiebre.
Los miro a través del sudor.
Son esfinges que no esperan preguntas
ni dan respuestas.

Los tres cumplen muy bien su tarea:
Atraviesan
costilla pulmón corazón
sábana colchón madera.
Me inmovilizan con el dolor
y esperan que me muera,
que deje de acariciar las espadas
con la imperceptible marea
de mi tórax
respirando.

Los miro y pienso en la Mater Lacrimosa,
con el corazón de plata
decorado de dagas.
Pero yo no lloro a mi hijo muerto.
No tengo a quién llorar.
Sólo soy una exhibición,
una pieza de catálogo,
un enfermo, un depósito,
escoltado
por tres soldados primorosos.

amanecer

¿Eres tú el que me llama
suave como los motores
que se calientan al amanecer?
¿Eres tú el que me llama
con el clap de las puertas
de los autos
al amanecer?
¿Eres tú el que me llama
con la voz de las parejas
somnolientas
al amanecer?
Porque me despierto feliz
por el calor leve
el hambre
el hedor de las sábanas
la luz que vuelve mi pieza en alba
mis ojos cerrados
mi risa apenas contendia.
¿Eres tú?
Me pregunto en el límite del sueño
que se queda en mi boca
que calienta las palabras
para este nuevo día
en que te llamo
como si tuviera las palmas
al sol.