domingo, 10 de agosto de 2008

Derrota al Tarot

Si te recibo en mi casa,
te digo:
desnuda tus pies, pues estás en tierra santa.
Si te recibo en mi cama,
te digo:
no temas a esta llama que arde sin quemar.
Tú ya no eres un hombre derrotado,
sino un niño
sin cicatriz en la cara.
Me preguntas: ¿quién eres?
Y yo te respondo: yo soy el que soy,
el señor que velará tu sueño,
el padre que cuidará tus pasos.
Hundes la cara en las sábanas
y dudas:
¿por qué me has elegido?
Porque yo he decidido derrotar al Tarot.
Yo he decidido que esta casa
sea de puertas y ventanas abiertas,
que sea casa de luz,
que tú y yo la habitemos
con la sonrisa del pueblo liberado
y con las manos unidas
que abren mares
y hacen brotar agua de la roca.

Deja que mi corazón

Que mi corazón se eleve
como la luna en una noche fría.
Que mi corazón se extienda
como el paisaje del pescador hambriento.
Que mi corazón se desprenda
como la canción de la madre temerosa.
Que mi corazón se alze
y llene de luz el cuarto de los niños.
Que mi corazón me abandone
como yo me abandono en Cristo.
Que mi corazón vaya hacia ti,
y no te despierte,
y no te llame,
y no me delate,
porque frío, hambre, miedo, infancia, es mi corazón.