Es esta lepra que me besa como puta
y me vuelve hermoso
porque todo ya está perdido.
Los ojos sin esperanza parecen ojos alegres,
vacíos de preocupación
y de amor.
Eso es lo que subasto cada noche
a los amantes que se suceden como putos
y no como hermanos.
Cristo, no me perdones.
Y parezco seguro de mis manos porque
mis promesas no valen nada.
Estoy muerto y la vida me mira con sorna.
Puedo besarlos y abrazarlos
como si significara, pero
la lepra me come cada noche y Ella
es mi verdadero amante,
no tú ni él ni las fantasías de ojos profundos.
Cristo, no me perdones.
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