Por eso confieso, hermanas,
que he pecado,
por mi amor, mi amor,
mi gran amor,
por eso pido a
Santa María Magdalena,
encarnación de la diosa,
y a ustedes, hermanas,
y a los muertos que me acompañan,
que no se fijen en mis faltas
sino en la fe
de esta nueva Babilonia,
amén.
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