martes, 21 de marzo de 2006

Prefacio

V. Que la diosa sea contigo.
R. Ella nunca me abandona.
V. Levanta tu boca hacia su sexo.
R. ¡Ya estoy unido a nuestra madre!
V. Demos gracias a la diosa.
R. Es justo y necesario.
V. En verdad es justo y necesario,
darte gracias por este paraíso,
breve, finito,
que arde sobre la cabeza
de nuestro amigo electo
y de nuestra amiga dormida,
por eso los ángeles
no cesan de cantar tus alabanzas:

Santa, santa, santa,
es nuestra señora,
que acoge el cielo y la tierra,
¡Hossana en las alturas!
Bendita sea la que venga
en nombre de la madre.

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