viernes, 19 de junio de 2009

OMNIA

Si yo pudiera hablar
como los ángeles hablan
y mi lengua fuera una espada
y mis palabras, truenos en la noche,
pero si no te tuviera,
nada sería.
Si yo albergara toda la ciencia,
si yo pudiera dividir, como al mar,
entre lo bueno y lo malo, lo presente y lo futuro,
entre el dios padre y la diosa madre,
y si no te tuviera,
de nada me aprovecharía.
Si entregara mi ropa,
y si abriera mi casa a la viuda y al pobre,
si me entregara a las llamas
y si mi fe hiciera temblar ciudades enteras,
pero si no te tuviera,
estaría perdido.

PONGÁMONOS DE PIE:
Porque tu voz es la voz de los ángeles,
tus manos son las manos del buen hombre,
tus besos son los besos del creyente.
Y, así, a tu lado,
yo soy, yo aprovecho, yo encuentro.
Y cuando hablo, mi voz no golpea el bronce
ni hace sonar platillos,
mi voz llega directa
como la voz de todos los hombres
y de todas las mujeres.

OREMOS:
Entonces, nos miraremos cara a cara,
como en un espejo,
y así como me conoces
yo te conoceré a ti,
porque pasarán las profecías, la ciencia
y todos los hermosos lenguajes,
pero nosotros perduraremos
como niños
dedicados a cosas de niños.

2 comentarios:

el cuervo dijo...

En setiembre de 1973 yo estaba en Unquillo. Tenía 20 años y antes que la política, me interesaba el fútbol (más si este tenía colores azulgranas), la música y las mujeres. Acompañaba en el chalet familiar donde los Ortiz de Guinea pasamos inolvidables veranos cordobeses, a mi hermano mayor el entrañable Tapanto, brillante abogado y un enamorado de la vida cuyo único defecto era ser hincha de Huracán. A Tapanto si le interesaba la política. Y amaba profundamente a Chile, país al que consideraba su patria al igual que a la Argentina y el Ecuador. Reñaca, cerca de Viña del Mar, era su lugar en el mundo.Lo que pasó entonces al otro lado de la cordillera nos llevó a que en esas noches trataramos de sintonizar las radios trasandinas. Recuerdo como si fuera hoy esas horas en la quietud de la serranía, sintonizando Radio Minería -creo que estaba en el dial cerca de LT2 y de Radio Nacional Rosario donde mi amigo el tipaso Daniel Zárate tiene su excelente programa todos los viernes. A veces se iba la voz y entonces apuntabamos a escuchar Radio Agricultura que creo estaba en el dial cerca de Radio Rivadavia. Así nos enteramos de los comunicados militares que metían miedo de solo oirlos: ley Marcial, expulsión de extranjeros indeseables, cientos de detenidos. Y una noticia que me choqueó pese a que entonces no me interesaba la política. Era la que informaba que el cadaver de Salvador Allende había sido enterrado en Valparaiso sin mas compañía en el cortejo fúnebre que el de su viuda. Pensé en ese momento: !Que mujer valiente, perder así a su marido y enterrarlo con dignidad rodeada por la hostilidad del ejército que lo había destronado y asesinado!. Pasaron muchos años hasta que ayer volvió a mi el nombre de Tencha Bussi de Allende, muerta a los 94 años con la placidez conque la parca a veces premia a los ancianos, llevandoselos sin dolor y en medio de un sueño tranquilo. Tal vez fue la compensación al sufrimiento que esta mujer pasó en su flamante y violenta viudez de setiembre de 1973.
Estas horas también informaron de otra muerte. La de Fernando Peña. Los adjetivos que se leyeron en los diarios son para todos los gustos. Para mi fue un tipo brillante en su supuesta trasgresión. Y valiente en su agonía. Tal vez hubiera quedado allí mi recuerdo de Peña hasta que anoche escuché entrevistada por Pettinato a una de las mujeres esenciales de la historia de la radio argentina: Betty Elizalde. Y Betty recordó a Peña en su verdadera dimensión: la de hombre de radio. Todo lo demás fue secundario por mas que tal vez lo hiciera muy bien. Peña es compartiendo lo que dijo Betty, un valor fundamental de la radiofonía de los últimos años. Y pongo un ejemplo: su personaje del Licenciado Rafael Orestes Porelorti. Las desopilantes intervenciones de este personaje en los años 90 en la Rock and Pop, fueron la mejor editorial que desde el humor denunciaba las corruptelas del poder. Un hito que lo hizo definitivamente a Peña, bicho de radio. Por eso en estas horas vaya este post de recuerdo a el y tambien a esa mujer que nada que ver con la radio, pero que a partir de escuchar su odisea personal en emisoras chilenas captadas en la soledad de la serranía cordobesa en esos días terribles de setiembre de 1973, la hicieron merecedora de mi respeto y simpatía.
Si quieres ver mas acerca de esta nota, te invito a entrar a mi blog: http://elcuervorosarino.blogspot.com

Anita dijo...

Pasión, qué intensidad en estas palabras. Me gusta lo que escribes y la forma en que tú ves a Cristo. carinos