sábado, 29 de marzo de 2008

Resurrección

Es esta palabra que me invita el maestro.
Es esta palabra con que me amortaja.
Es esta palabra en que me deja solo tras la piedra,
y tengo miedo y las llamas me dicen:
Esta zarza arde para quemarte duro,
para dejarte por fin descalzo.
Y deseo que tengas miedo,
porque siempre va a estar solo,
porque siempre serás el niño solo en el Jardín.

Pero esta es la palabra que me invita el maestro.
El rabí me dice:
Las cenizas arman un desierto con un camino
de cuarenta noches,
de putos sagrados, cuidades imperiales,
y casas hechas de pan.
¿Es eso lo que quieres, amigo?
¿Es eso lo que deben quemar las llamas?

Es esta palabra que me invita el maestro.
La palabra con que me une a mi madre,
a mi padre tranquilo como montaña.
Y yo digo entonces: YO QUIERO.
Yo quiero el Jardín en que dormimos desnudos,
el vino de Canaán,
la manzana que mordemos felices,
el ciervo que no huye porque está herido,
la luz del Espíritu Santo que es mujer y hermana.

Es esta palabra que me invita el maestro.
Yo quiero que te levantes.
Yo quiero que seas el esposo.
Yo quiero que seas el apóstol.
Yo quiero que seas fértil como la liebre,
y perfecto como el huevo de Pascua.

Es esta la palabra que me invita mi maestro:
Levántate, camina, tú eres mi bien amado.

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