dedicado a M.M.
En mi cuarto oscuro,
tu rostro brilla como brasas,
y tu calor es suave y tierno
y me hace dormir con calma.
Apareces en esta noche,
prefigurando el amanecer de este domingo.
Yo sí te reconozco.
Yo sé que has venido para darme vida.
Esta vida que es alegría
y que es un niño que duerme junto a su madre.
Tus manos son brasas que no queman
y mis sábanas son el lino
en que nos retratamos como amantes.
Yo quisiera mantenerme despierto,
pero es mi tiempo de reposo,
porque mañana calentaré el pan y la leche
para que me sonrías y me beses en la frente.
En mi cuarto oscuro tu rostro brilla como brasas,
y mi calor nos abriga,
en este domingo,
que amanece en mi frente.
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