sábado, 18 de noviembre de 2006

Angelus

El semen se derrama en la piel
con alegría.
El semen se recibe en la boca
y se sella con un beso.
El semen no debe caer en la tierra.
El semen es piedad para el amante
indefenso.
El semen entra en las entrañas
como el alma raptada
y su olor debe impregnar los Paraísos
y endulzar los lechos
solitarios.
Porque, quién sino yo soy el hombre
que duerme empapado
por la simiente
que los ángeles adoran en silencio.
Amén.

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