Sylvia me susurra
con el vacío que causa el hambre
en las tripas.
Sylvia me contempla
y no siente envidia de que esté vivo.
Me mira como la Virgen María
y desde su boca un pergamino dorado dice:
"Pobre idiota".
Sylvia es la deidad de la sorna
y me arrodillo ante Ella
porque he pagado por esta pintura.
Santa eres en verdad, mujer suicida,
las nubes de gas te coronan
y acarician tus pulmones.
Santa eres, madre suicida.
Bendita sea la depresión.
Bendita sea la muerte por asfixia.
Bendito sea el poeta atormentado
y ascendido a los Cielos.
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