Ella carga la serpiente
porque las dos cambian de piel:
el desierto se carga de flores
y luego enmudece de nuevo.
Ella camina sobre el agua
porque el mar anida en su vientre:
de las dos venimos todos
anudados de besos y abrazos.
Ella acepta la luna menguante,
porque son los cuernos del chivo
que llena de alegría su cuerpo:
chivo padre, hijo y esposo sagrado.
Bendita sea,
la que acoge la luna y el sol.
Te adoramos.
Te alabamos.
Coito perpetuo, falo sagrado,
estrella de cinco puntas perfectas.
¡Eres hermosa!
¡Eres hermosa por siempre, Nuestra Señora,
María,
Esposa de Cristo!
Por todo esto, no me canso de cantar:
María Magdalena -aquí estoy.
María de Betania -aquí estoy.
Madre de Santa Sara -aquí estoy.
No te olvides de mí.
María Apostol -aquí estoy.
Señora del Evangelio Perdido -aquí estoy.
No te olvides de mí.
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