sábado, 30 de septiembre de 2006

Apóstoles

Y es así que beso a los amantes
y los dejo ir y los bendigo,
porque no me aferro a ellos ni dejo
que se ahoguen conmigo.
Mucho peso es el amante que se viste de novio
sin fiesta
ni alegría
ni amigos sonrientes.
Ahora me despido ciego, pero sin odio,
porque ellos no son la luz
ni los abrazos tibios en sábanas como agua.
Son pasajeros que tienen el rostro lleno
de despedida,
y por eso son hermosos
porque los bendice la partida.

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