Cristo amante es una colección de poemas centrados en la exploración homoerótica, herética y pagana del cristianismo y de la liturgia romana. Cristo amante es el esposo y, por lo tanto, la salvación no mediada, el fuego siempre ardiente y el agua siempre fresca. Cristo amante es el antiguo Cristo de los gnósticos y de las desaparecidas sacerdotisas cristianas.
viernes, 27 de enero de 2006
La Sagrada Familia
Hay cuatro nuevos poemas, tres dedicados a una ex pareja y otro a la auto conmiseración. Para presentarlos, me gustaría hacer alguna analogía con San Juan Bautista anunciando la buena nueva. El "salmo responsorial" es una nota oscura, húmeda y mal oliente. Luego aparecen luminosas (al menos para mí) las "santísima trinidad" y la "sagrada familia".
Una justificación: El tema de los hombres esposos ya ha sido abordado por Whitman. El tema de los esposos sagrados es un arquetipo más antiguo aún. La familia es uno de los símbolos más estimados del catolicismo.
(La imagen es una reproducción de un friso egipcio del año 2.350 antes de Cristo. La pareja es Nianchchnum y Chnumhotep, y así fueron retratados en su tumba común en Saqqara).
Sagrada Familia
Yo estoy feliz de escuchar
la prédica de tus brazos,
feliz de recibir tus manos
como multiplicación
de peces
y panes,
feliz de recibir de tu boca
el agua
convertida en vino,
feliz de ser tu único discípulo
y tu única cena.
POR ESO:
No estés triste, Michell,
que esta miseria
que tú has convertido
en edén,
que esta soledad
que has vuelto compañía,
son tuyas,
porque somos esposos,
porque tú y yo
somos sagrada familia.
la prédica de tus brazos,
feliz de recibir tus manos
como multiplicación
de peces
y panes,
feliz de recibir de tu boca
el agua
convertida en vino,
feliz de ser tu único discípulo
y tu única cena.
POR ESO:
No estés triste, Michell,
que esta miseria
que tú has convertido
en edén,
que esta soledad
que has vuelto compañía,
son tuyas,
porque somos esposos,
porque tú y yo
somos sagrada familia.
Santísima Trinidad (2)
Hay un te quiero
que un hombre no puede decir.
Hay un te quiero
que sólo un hombre puede decir.
Ese hombre soy yo
y también Él.
Los te quiero dichos y no dichos,
sobrepuestos como oraciones,
están en nosotros
y en una tercera boca,
porque Cristo participa
de esta secreta incineración
donde dos son tres
y tres son Cristo.
que un hombre no puede decir.
Hay un te quiero
que sólo un hombre puede decir.
Ese hombre soy yo
y también Él.
Los te quiero dichos y no dichos,
sobrepuestos como oraciones,
están en nosotros
y en una tercera boca,
porque Cristo participa
de esta secreta incineración
donde dos son tres
y tres son Cristo.
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