El puño batiente bajo tus costillas
marca el ritmo de mi sueño---
de la vigilia que no renuncia a la marea
(dulce, baja, dulce) cuando respiras.
Y yo mismo soy el guardián
de ese cofre abierto y vuelto a cerrar,
de ese puño que dices débil, que dices perdido,
que dices geografía de arterias y válvulas.
Y yo mismo creo que beso esa mano apretada
cuando me coges,
y nuestros muslos se confunden como estampida de animales.
Eso que estuvo expuesto a navajas y agujas,
que se cuida ahora como un pequeño feto,
eso,
marca el ritmo de mis caderas, de mis letras,
de mis voces, de mis rezos,
de la ruta de la pieza a la cocina,
de mi sonrisa y de la sonrisa de mi madre,
tu corazón,
tu corazón,
y lo que has armado tú
en la caja de mi pecho.
3 comentarios:
EL OLOR DE ESOS CONTORNOS SABEN DECORAR LA LUZ DIFÍCIL -PERO AUN ASÍ FLUORESCENTE- QUE HA CALADO CON DESTELLOS ALTIVOS EN LA CARA COSTERA DEL ITALO/LOCO/TARAPAQUEÑO...
BRISAS CON FRESCURA MADURADA SABEN COMPENETRAR AL PORCINO MÚSCULO VITAL EN CONSTANTE ALARMA...
SEÑALES COMPLICADAS Y DULCES PREGONAN LA CARRERA DE BARAJA AZAROSA DECANTADA EN TRÁNSITO...
UN SABOR ESPECIAL Y ECLÉCTICO...
Un puñetazo bien dado,
para aplacar la ausencia,
para inspirar letras que se irrigan,
para inspirar respiros jadeantes
y atesorar los recuerdos
de quien hoy sólo sombra quedan
Wow muy buen poema, directo y sin pelos en ningún lugar.
Saludos
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