Sus manos tenían nudos
hermosos,
como los olivos de Getsemaní.
Yo me acerqué y besé su mejilla.
Yo le dije: Aparte de ti esta copa amarga
y acerca mi boca.
Tus discípulos duermen
y dormirán por siempre en los muros
de tus iglesias doradas.
Si tú eres el Hijo del Hombre,
entonces soy yo tu hijo, tu amante,
tu más querido traidor.
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