[1] en un mar de palmas, transformas el domingo,
eres tú, ciudad verde, fresca, agitada, eres tú,
me volteo en la cama y eres la bienvenida al rey,
sol en dedos, cientos de palmas, multiplicadas,
me llena la cara, me llena los brazos con un niño,
eres tú, erecto, borracho, grosero, eres tú,
tú me saludas y yo te saludo con domingo,
en un mar de palmas nos transformas,
eres tú, gran tonto, risa grosera, eres tú,
tú me levantas, me agitas, para saludar al rey,
[2] no me levanto, estamos varados,
en miel que fluye dulce, entrepierna, entre muslo apretado,
entre piel humedecida, saliva fresca, estamos varados,
satisfechos, hemos cenado con Cristo,
acerco boca, nariz, al vello donde el bálsamo me droga,
para velar como los ángeles,
sangre siempre adentro, semen siempre afuera,
cuerpo adentro, alma afuera, para morder con fuerza el pan,
para beber con fuerza el vino,
para aferrarse fuerte al coito, a la trinidad, a Cristo,
extendido como tu sueño en esta cama donde estamos varados,
satisfechos, porque hemos cenado,
porque la mesa está revuelta, enredada en mis pies,
enredada en tu espalda, y no me levanto,
[3] no me abraces tanto, me dices,
pero no me sueltas y yo no abarco mundo extenso
como tu espalda de soldado,
no me abraces tanto, dices, pero cuando sueltas,
quedo frente a ti como mundo difícil de abarcar,
como espada,
no me abraces tanto y nos quedamos pegados:
Cristo falso que dice: no me toques,
Cristo falso que aparta con la mano quebrada,
sin embargo,
te levantas de la cama como si fueras sólo caderas,
el primer hombre, inocente,
y yo no tengo palabras salvo Jesús, salvo dulce,
y te abrazo como los niños, como cien soldados,
para que te rías,
para que te goces y digas: no me abraces tanto,