dedicado a p. y a mis amigos
Tú pones a mis pies mirra, incienso y azufre,
y me regalas, con tu sonrisa,
el ángel de ira que ahuyenta a los pastores.
“Bienaventuradas las mujeres
de corazón generoso como los ríos”, grita la ira.
Ella abre paso a los reyes Muerte, Vergüenza y Cobardía,
y ellos buscan en mi brazos al niño bajo la estrella,
y en mis pies sangrantes, a la luna menguante.
Por todo esto, en esta Navidad vacía,
en esta natividad de yeso pintado,
es justo decirte:
Yo sé que Gala no existe.
Yo sé que la tierra no nos paga
ni le debemos nada a ella,
pero te insisto:
(una niña ha nacido)
En este domingo de 25 de diciembre,
Cristo nos acompaña
y Gala sale corriendo a recibir sus regalos
que somos tú y yo,
bajo el mismo techo, en la misma cama,
(tú eres mi hijo) (yo soy tu hijo)
domine iesu, filius patris